No necesito más. Sólo 10 minutos al día para parar, tomar consciencia de mi propia vida y seguir adelante con una sensación de calma.
A veces en el gimnasio, tras una clase de ciclo intensa. Me siento en el vestuario y respiro mientras bebo agua y siento su sabor (qué difícil es a veces sentir el sabor del agua). En ocasiones, es después de la ducha, entro en la sauna y cierro los ojos durante 10 minutos.
Otras muchas veces simplemente es estar conmigo misma, sin móvil, y con ese café matutino mientras el silencio va desapareciendo a mi alrededor, para transformarse en los ruidos cotidianos, casi imperceptibles en otro momento. Que ruidosos somos los humanos.
Otras muchas veces son esos largos paseos con Bimba, mi labrador de 2 años. Caminar en silencio, respirando, sintiendo el frío o el calor, mientras ella va quemando energía se ha convertido en uno de nuestros momentos preferidos.
Algo parecido me ocurre al vestirme algunas mañanas. 10 minutos para entrar en la moda que se inspira en el lejano oriente y empezar el día con actitud Zen, también por fuera. Yo lo tengo claro, nuestras elecciones a la hora de vestir reflejan exactamente nuestro estado de ánimo, y sin duda nuestras elecciones al consumir moda, más allá de tendencias y marketing, responden también a nuestro estado y actitud.
Yo me sentía zen cuando compré estos pantalones, es más, se que la elección no fue casual, y soy muy consciente de la actitud que imprimen en cada una de las piezas a las que, en un futuro, van a acompañar.